Rojita (eBook)
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Description
Sinopsis
Había una vez una preciosa velita llamada Rojita que vivía con sus papás, don Rojo y doña Blanca, en Ciudad Gloria, la capital del Reino de las Mil Velas, un reino gobernado por el rey don Velón. Rojita era diferente de sus compañeras, porque su familia no era rica, porque era más delgada y porque su color rojo brillante contrastaba con el blanco inmaculado de sus compañeras. Por eso, no la recibieron muy bien en el grupo de amigas e incluso se reían de ella y la insultaban. Se lo contaba a su mamá, preocupada, y esta le decía que no les hiciese caso porque era igual de hermosa que las otras. Doña Blanca también le enseñaba cómo eran las estrellas Lucerna, las otras ciudades del Reino, cada una con su rey y protegidas por generales y batallones… y Rojita la escuchaba con mucha atención. Aunque estas ciudades estaban bien protegidas, había algo que podía aparecer en cualquier momento y asustar a sus habitantes: el temido diablo Lechuzo. Sin embargo, aquel día no fue él la causa de la desgracia en el Reino de las Mil Velas, sino una cruenta batalla contra los Elemento.
Resumen
Rojita era una hermosa velita de color rojo brillante. Era delgada, y quizás demasiado alta para su edad. Una preciosa y larga cabellera le colgaba desde un lado de la cabecita, pequeña y brillante, y se movía graciosamente cada vez que el viento la acariciaba.
Rojita vivía con su madre, doña Blanca, y su padre, don Rojo, en Ciudad Gloria, que a su vez era la capital del Reino de las Mil Velas, un reino gobernado por el rey don Velón.
Don Velón era un rey muy alto y regordete, y lucía una larga barba blanca hasta la cintura. Su cabeza, también blanca, estaba adornada por un sombrero puntiagudo de color negro que a Rojita le producía un miedo atroz.
¡Pero no era la única temerosa de algo! Curiosamente, el rey era especialmente miedoso y desconfiado, y por eso obligaba a sus súbditos a guardarle siempre pleitesía y protección.
Rojita, cada vez que lo podía observar entre la multitud de soldados y generales que lo protegían, lo veía con cierta curiosidad y respeto. ¡Era el rey!
La reina doña Ciria era un poquito más baja que el rey. Una capa verde le caía despreocupada desde los hombros. La cabeza, también brillante, estaba cubierta con una pequeña coronita de color dorado. El brillo de su corona resaltaba por encima de sus dos doncellas protectoras, a las que siempre miraba por encima del hombro.
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